No
es fácil en la sociedad actual que una mujer se sienta verdaderamente bella. Muchas
mujeres son bombardeadas por todas partes por imágenes y voces que dicen que son
criaturas imperfectas.
Muchas
compañías y anunciantes ganan millones y millones con solo promocionar que la
mujer puede alcanzar la perfección a través de la compra de algún producto de
"belleza"; comiendo o no comiendo ciertos alimentos, haciendo
ejercicio con un equipo u otro, maquillando o descubriendo ciertas partes del
cuerpo. Esto es interminable.
Desafortunadamente,
un vasto número de mujeres gasta cada centavo en productos cosméticos que uno
tras otro se acumulan en un cajón de "maquillaje", en vídeos de
ejercicios y equipos de ejercicios, en procesos químicos y extensiones en el
cabello para lograr los estilos más 'halagadores'.
Sacrifican
sus cuerpos para ser depilados, encerados, afeitados, exfoliados, cortados,
remendados y ¿para qué? ¿Por solo seguir persiguiendo el siempre inalcanzable
ideal de belleza?
Aún
existen millones de mujeres que prefieren afeitarse las piernas, usar esmalte
de uñas y lápiz labial y maquillaje cuando van a un lugar especial, a una
fiesta o reunión.
Sin
embargo, existen muchas otras mujeres que no pueden usar un producto cosmético,
tratar su cabello o perder esos 5 kilos extras; pero sabemos que siguen siendo hermosas.
Y dejando de lado los extras físicos, no dejarían de ser encantadores y seres
humanos únicos.
Lo
que preocupa ahora, hoy día, es que muchas adolescentes sufren y sienten cierto
tipo de rechazo porque alguien en la calle, en el liceo le dijo que era fea.
Como
padres debemos ser capaces no sólo de decirles con palabras de amor, sino
también mostrarles con ejemplo de vida que son chicas hermosas.
La
mujer tiene que aprender a ver que es hermosa; no por lo que lleva en su
cuerpo, lo que aplica en su cara o cabello o por lo que pesa.
Las
niñas, adolescentes deben crecer
sabiendo que la verdadera belleza es la que viene de adentro y se irradia hacia
afuera en los actos de bondad y consideración que le dan a los demás.
La
forma en que te amas y te respetas a ti mismo, la alegría que tomas al
compartir el tiempo con tu familia y tus amigos, y los sacrificios que haces
para que los demás puedan ser felices, eso es belleza interior.
La
verdadera belleza es amarse a sí mismo sin importar su sombra, tamaño,
situación financiera o educativa.
A
medida que maduramos y transitamos en este mundo cada vez más obsesionado por
las apariencias, cada reflejo de nuestro ser interior iluminará a los que nos
rodean con una sonrisa de seguridad y paz.
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